En 40 años, Hábitat para la Humanidad Bolivia ayudó a transformar la vida de más de 33.000 familias
En mayo de 1985, se construyó una vivienda en la población de Palos Blancos, en Alto Beni (La Paz). Fue la primera piedra de Hábitat para la Humanidad Bolivia, una institución que, en 40 años, ha contribuido a transformar la vida de más de 33.000 familias, brindándoles acceso a una vivienda adecuada, a servicios básicos como agua potable y saneamiento, y promoviendo procesos de empoderamiento económico, especialmente para mujeres.
«Nuestra lucha es contra la vivienda inadecuada», aseguró Mirna Aguilera, presidenta del directorio de Hábitat para Humanidad Bolivia. «No solo trabajamos para tratar de paliar el déficit habitacional cuantitativo, sino también el cuantitativo, porque de todas las viviendas construidas en nuestro país, más del 60 a 70% no reúne las condiciones de habitabilidad. No tiene saneado el derecho propietario, no tiene acceso a agua ni a servicios sanitarios; requiere de mejoramientos de pisos, paredes o ampliación por el crecimiento del tamaño de la familia», agregó.
Es por ese motivo que, durante sus cuatro décadas de existencia, la institución estableció alianzas con diferentes organizaciones, gobiernos autónomos municipales, universidades y otras, para poder hacer un impacto en el problema.
Inició facilitando créditos de vivienda, con el tiempo ampliaron su enfoque y, desde 2013, colaboran en el mejoramiento en la calidad de los domicilios, además de fomentar la capacitación de las mujeres.

Los resultados son alentadores: en 40 años más de 165.000 personas mejoraron sus condiciones habitacionales, 33.000 familias accedieron a viviendas dignas y seguras, 22.600 personas fueron beneficiadas con soluciones domiciliarias de agua, saneamiento e higiene, 33.700 personas accedieron a soluciones comunitarias de agua y más de 50 mujeres fueron capacitadas en oficios técnicos como plomería y electricidad.

Nacimiento
Hábitat para la Humanidad Bolivia forma parte de una red internacional, presente en 70 países del mundo. El origen de la red se remonta al establecimiento del Fondo para la Humanidad por el abogado Millard Fuller, su esposa Linda y el teólogo bautista y granjero Clarence Jordan en 1968 en Koinonia Farm, una comunidad intencional agrícola cristiana intercultural en Sumter, Georgia, en los Estados Unidos.
Gracias al fondo se construyeron 42 casas en esa localidad para familias pobres. En 1973, los Fuller decidieron probar este concepto como parte de una misión de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) a Mbandaka, en la República Democrática del Congo. Después de tres años exitosos, los Fuller regresaron a los Estados Unidos y fundaron Habitat for Humanity en 1976.
«Esta es una iniciativa nacida por el amor de Dios y el cumplimiento de la palabra. Es una iniciativa que no discrimina, los beneficiados no tienen que ser cristianos, que busca el bienestar común», dijo el pastor Favio Restrepo, parte del directorio.
En Bolivia llegó gracias al interés de pobladores de Palos Blancos. 40 años después Hábitat para la Humanidad Bolivia tiene proyectos en cinco departamentos en cuatro iniciativas concretas.

La primera vez es Sembrando semillas para la empleabilidad. Con el apoyo de Banco Sol, este proyecto capacita a mujeres en plomería y electricidad. Hasta la fecha, más de 200 mujeres han fortalecido sus capacidades técnicas, logrando autonomía económica en rubros tradicionalmente masculinizados.
“Nunca pensé que a mis 50 años estudiaría plomería. Hoy ya tengo un empleo y mejoré el baño de mi casa”, contó Marina Medrano Choque, de la comunidad de Alba Tapera, Warnes, en el festejo de la institución.
Luego está Bolivia con Agua, un consorcio integrado por Hábitat para la Humanidad Bolivia, FH Bolivia, Water For People, Agua Tuya y Fundación Natura. Promueve el acceso a agua segura y solo en 2023 benefició a 3.000 hogares con una inversión de 2,2 millones de dólares, alcanzando 25 municipios y 100 comunidades en cinco departamentos.

En tercer lugar está Bolivia construye más verde, que apunta a la reactivación económica juvenil con enfoque ambiental, impulsando el uso de tecnologías verdes, eficiencia energética, reciclaje y economía circular. El proyecto opera principalmente en La Paz/El Alto, Cochabamba y Santa Cruz.
“Gracias al proyecto, validamos nuestra propuesta de emprendimiento Techo Verde Huk Kallpalla y comenzamos un movimiento de innovación y sostenibilidad”, dijo Sebastián Canedo Ostojic, emprendedor participante.
Finalmente está el Proyecto Yaku (agua en quechua). Benefició directamente a más de 95.000 personas y, de forma indirecta, a más de 55.000 en las principales áreas metropolitanas del país.
Estos proyectos siguen activos y el directorio se comprometió a seguir buscando formas de ayudar a los bolivianos más pobres a tener vidas más dignas.